Antes de comenzar la cuarentena, visité la casa de unos buenos amigos con quienes suelo compartir para pasarla bien. Son amantes de los animales y tienen varios, que quieren y cuidan como si fueran sus hijos. Ese día me presentaron al nuevo inquilino canino, a quien habían recibido en su casa como parte de un programa especial de cuido a perritos en condiciones de cuidado, que capitanean Sulivette Alvarado y Alejandra Zapata, de We Love Satos.

Juanito, como lo bautizaron mis amigos Luis y Charito, tenía la piel en carne viva por el maltrato del que había sido víctima. Tenía una mirada triste, que hacía llorar al corazón más duro. La pareja aceptó el compromiso de curarlo, y una vez en buenas condiciones, buscarle un nuevo hogar.

No supe nada de Juanito, hasta que el domingo me envían una hermosa foto, en la que aparece con una pequeña bandera de Puerto Rico adornando su cuello. Luce ahora un pelaje más saludable y una mirada de felicidad. La verdad que me emocionó mucho ver el cambio en tan poco tiempo. Mucho se debe a que la cuarentena le permitió a Luis y a Charito dedicarle una atención más personalizada para que su recuperación fuera más rápida.

Como muchas cosas en la vida, las crisis se convierten en bendiciones para algunos, y ese fue el caso de Juanito. De no haberse hecho disponible el tiempo de la cuarentena, posiblemente su recuperación hubiese tardado más. A Juanito no es el único que este tiempo le vino bien, también a la naturaleza y a pesar de los retos económicos y otros contratiempos, igualmente los seres humanos podemos sacar algo bueno. Este tiempo nos permitió compartir de manera íntima con nuestros seres queridos. Sentarnos a estudiar con nuestros hijos, hablar con ellos y escucharlos con calma, prestándoles toda la atención que merecen.

El tiempo, además, nos llevó a valorar las cosas sencillas y cotidianas que siempre hemos tenido y a lo mejor pensamos como automáticas, cuando en realidad son un enorme privilegio. El compartir con los demás, el congregarnos, el saludarnos y mostrarnos cariño, ¡cuánta falta nos hace! Estoy segura que de una forma u otra, todos le hemos sacado algún provecho a este tiempo de cuarentena.

Hoy somos personas diferentes, nuestra perspectiva del valor de las cosas ha cambiado. Esperemos que pronto existan las condiciones de salud apropiadas para ir pasando del distanciamiento al compartir tradicional. Cuando eso ocurra, como Juanito, debemos mostrar nuestra mejor cara, comenzar nuevamente a vivir con intensidad y buscar nuestra felicidad. Esta vez, valorando cada detalle como una bendición.

El mismo amor que durante la cuarentena permitió a la familia Almodóvar Méndez curar las heridas de Juanito, nos ha llenado el alma a muchos, teniendo un efecto sanador similar.